domingo, 30 de marzo de 2014

Gran separador "Memento – ciencia", en la voz de Roberto


Leonard sufre de amnesia anterógrada. Por tanto, confunde recuerdos lejanos y debe ingeniárselas de formas diversas para traerlos de nuevo a su mente. Este aletargamiento del pasado le ha permitido a Cristopher Nolan desplegar una historia con líneas temporales entrecruzadas.
En “Memento”, las acciones filmadas en blanco y negro aparecen en el orden cronológico en que ocurrieron. A ellas, se les superponen planos en color que cuentan una historia de atrás hacia adelante. Esta narrativa dual, pero interconectada, convierte al espectador en ignorante parcial de la sucesión de eventos narrados, invitándolo a mimetizarse con el protagonista de memoria limitada. 
Por su parte, la ciencia neurológica se rindió a los pies de este film del año 2000. En algunos artículos de divulgación, la neuropsicóloga Sallie Baxendale ha sostenido que el retrato que el cine ha hecho de ciertas condiciones amnésicas poco tiene que ver con la realidad. Aunque “Memento” es una rara excepción porque allí el protagonista conserva su identidad y junto a la fragmentación temporal que sostiene el film, reflejan el perpetuo presente característico de la amnesia anterógrada. Los más críticos, ven en el film un par de desajustes, como que Leonard siempre encuentre su auto no importa el lugar. O también, que él comprenda más de su enfermedad de lo que una persona con amnesia en la vida real pudiera hacer.  
Más allá de estas falencias, el recuerdo cercano fluye por el ancho cauce que ha dejado la memoria pasada en el mapa de los restos vivientes del protagonista. “Memento” puede significar una historia del tiempo tanto como la fragmentaria historia de Leonard, el sujeto perdido quien, paradójicamente, se convierte en investigador principal del crimen de su mujer. Casi como nosotros, convertidos en artífices de nuestra propia historia (y, por ende, de nuestra memoria) sin darnos cuenta de ello: al menos hacia allí apunta esta película que inauguró el nuevo milenio.  

ESCUCHAR (minuto 25:41)






jueves, 27 de marzo de 2014

Programa XXVII: Nomeolvides

El lunes pasado, en una fecha tan significativa, nos metimos en el particular mundo de la memoria.

Julián arrancó comentándonos el porqué del nombre de la flor "nomeolvides". Después... me olvidé... ¡ah, si!...
Fran nos dio una interesante explicación de los diversos soportes de almacenamiento de información, y se despachó diciendo que en el futuro podremos almacenar mayor cantidad de data en nuestro A.D.N., re loco ¿no?
En el gran separador, Rob se metió en la relación entre la neurociencia y una película cuya protagonista principal es la memoria a corto plazo.
Para finalizar, contamos en nuestros estudios con la valiosa presencia del Lic. en Historia Roberto Pittaluga, quien nos explicó un poco más sobre la construcción individual y, fundamentalmente, social de la memoria.


¡Dale! tomá el Fosfovita y acordate de bajarte este programa inolvidable.



Nuestro invitado de lujo!!
Roberto Pittaluga


sábado, 22 de marzo de 2014

Por si te lo perdiste o querés volver a oirlo

Recordamos momentos, secciones y entrevistas

En el programa “Cuerda para rato” tuvimos de invitado a un músico que no está muy cuerdo pero que es un gran cellista, Juan Ignacio Ferreras. Charlamos con él y nos regaló hermosas piezas musicales.
Escuchá la entrevista y sus improvisaciones.



En el programa “Te conozco, mascarita”,
apretamos el pomo y no nos equivocamos!
Tuvimos de invitadas a Murga Baila la chola: en el estudio no había mucho lugar para bailar pero nos regalaron hermosas canciones y charlamos sobre el espíritu carnavalero. “Somos mujeres de sangre mestiza, las cholas” así arrancó todo.
Escuchá la entrevista y contagiate de la fiesta.

Gran separador "Se viene la estatua de Vesey", en la voz de Julián



¿Abolicionista o terrorista? En Estados Unidos, no sólo se habla de las películas ganadoras de los Oscar. En el mes de febrero, un grupo de activistas de la ciudad de Charleston, Carolina del Sur, descubrió una estatua de Denmark Vesey, un hombre negro ejecutado a principios del siglo XIX por planear una rebelión de esclavos. La polémica se desató cuando una serie de periodistas y académicos salieron a denunciar que el monumento honraba a un personaje violento, decidido a matar sin piedad a cualquier hombre blanco.
En efecto, Vesey, que había comprado su libertad en 1799 gracias a un premio de la lotería, estaba decidido a conducir a su gente hacia la República negra de Haití. De acuerdo a lo proyectado, la noche del 14 de julio de 1822, en el aniversario del día de la Bastilla, los esclavos debían asesinar a sus amos mientras dormían y huir hacia los muelles. La orden de Vesey hacia sus camaradas era estricta: no debía existir compasión alguna con aquellos que se interpusieran en el camino de la libertad.
Es esta actitud la que, casi doscientos años después, despierta la indignación frente al homenaje. Como Osama Bin Laden, ha escrito en su blog el cronista Jack Hunter, el líder de aquella revuelta fue un terrorista, dispuesto a asesinar inocentes con tal de cumplir sus objetivos. Su comparación pone al descubierto la total falta de pasado que algunos ciudadanos estadounidenses pueden sostener cuando se trata de sostener la buena conciencia histórica de su pueblo. Como sostuvo el escritor Douglas Egerton en un artículo publicado por el New York Times: “Los críticos de la estatua de Vesey pueden estar preocupados por sus métodos. Pero tienen que reconocer que sus opiniones fueron formadas por el látigo. Una vez que le dijeron que lo iban a colgar, Vesey aseguró que ‘el trabajo de insurrección seguiría adelante’. En lo que se refiere a enfrentar verdades incómodas sobre nuestra historia, tenía más razón de la que creía.


DESCARGAR  (Minuto 27:42)

miércoles, 19 de marzo de 2014

Programa XXVI: América negra

El lunes pasado quemamos un corcho y nos pintamos la cara de negro, porque África estuvo más cerca que nunca.

Fran quemó el corcho y también se lo fumó, porque habló de los "african roots" del Reggae. Esuchá cómo pasaron de esclavos a rastafaris con onda.
En el Gran Separador, Julián nos contó la historia detrás de una estatua. ¿La de Alphonse Tchami en el vestuario de Boca? No... la de Denmark Vesey. Enterate quién fue y después de hablar también sobre los "negro spirituals", nos pusimos todos a cantar mirando al cielo.
Y para el final Rob sacó los tambores, se descalzó y empezó a bailar. En trance y sacudiéndose nos habló de las religiones de los esclavos que aún poseen adeptos.

Sorteamos el libro que había quedado pendiente, metimos humor y pasamos la mejor música... Hacete un favor, bajate este programa y soltá tus cadenas de la rutina. DESCARGAR 

domingo, 16 de marzo de 2014

Gran separador "Casa amarilla", en la voz de Roberto



Guille Brown
Alejada de la gran aldea y rodeada de bañados, se erguía una casa de color amarillo. En 1812, el marino irlandés William Brown adquirió una gran franja de terreno en el llamado “bañado de Barracas”. Empapado en los asuntos políticos y militares de la época, William dejó en manos del constructor escocés Matthew Reid todo lo referido al asentamiento de su morada. El estilo inglés que la caracterizaba era único allí, remitiendo a las casas de campo que poblaban la campiña británica. 
La residencia contaba con dos plantas, un pórtico soportado por dos columnas y un balcón en su parte superior que adornaba el mirador al río. En su frente, la verja de material combinada con rejas la separaba de la calle. Y una entrada confeccionada de conchillas conducía a la escalinata principal que elevaba la residencia, protegiéndola de las inundaciones que sobrevenían tras cada Sudestada. A ambos lados de la escalera, y sobre pedestales, se ubicaban dos cañones de artillería. 
Guillermo Brown se llevó a la tumba los honores de la primera época independiente un 3 de marzo de 1857. Poco después, Elizabeth viuda del almirante, decide vender parte de la quinta, loteando el solar. Por último, se derriba la casa victoriosa. Desde entonces, y por más de medio siglo, el predio quedó a disposición de la línea de ferrocarriles que unía Buenos Aires con Ensenada. Ya entrado el siglo XX funcionaron una terminal de tranvías, un mercado de papas y cebollas y casi a fin de siglo se buscó urbanizar aquella zona. 

La casa amarilla que hoy vemos desde el colectivo es la sede del Instituto Browniano y Departamento de Estudios Históricos Navales. Un rezagado homenaje al almirante Brown finalmente inaugurado en Junio de 1983.  



ESCUCHAR O DESCARGAR (minuto 24:54)

sábado, 15 de marzo de 2014

Programa XXV: Fiebre amarilla

El lunes pasado volvió Riquelme... no, volvió Roberto y se puso amarillo cuando le dijimos que íbamos a hacer un programa sobre... ¡el color amarillo!

Fran nos explicó con minucias los cambios en Buenos Aires tras el gran brote de "fiebre amarilla" en el siglo XIX.
En el Gran separador, Rob contó la historia de la "Casa Amarilla". Esa casita que ves cada vez que vas a la cancha de Boca.
Como no podía ser de otra manera, Julián nos contó los entretelones de "Yellow Submarine". Y ahí nos planteé la pregunta del Cinéfilo que se sorteará el lunes que viene.
 Y para finalizar agarramos las páginas amarillas y buscamos un óptico que nos explique cómo es que vemos al color amarillo. Atentis a la explicación... se te va a nublar la vista!

Subite a este tractor amarillo de jolgorio, ponete la pollera amarilla y escuchá un programa hecho...sin "Yellow" de Coldplay, porque somos así de grosos!

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Los niños de Debajo en la salita amarilla

sábado, 8 de marzo de 2014

Gran separador "Carnavalito", en la voz de Julián




El tranvía número sesenta recorría una de las tantas avenidas de Buenos Aires. Arriba suyo, el músico Edmundo Zaldívar iba pensando en las cosas que su padre le solía contar sobre la Quebrada de Humahuaca. Fue allí que encontró inspiración para escribir la tonada de aires norteños que le habían pedido los directivos de Radio El Mundo.
¿Cómo iba a imaginar que su carnavalito, titulado “El Humahuaqueño” y publicado en 1941, se convertiría en un emblema de los festejos que cada año se desatan en honor a la Pachamama? El himno de los pueblos jujeños creado por un porteño que sólo vería con sus propios ojos aquellas lejanas tierras ocho años más tarde: hay quien podría pensar que se trata de una paradoja, incluso de una total contradicción. Pero en verdad la canción de Zaldívar no es sino un nuevo capítulo en la historia del carnavalito, género mestizo por naturaleza, tan hijo de las anatas y las quenas altiplánicas como de las coplas y las guitarrillas españolas. Como toda la música de Latinoamérica, tierra de mezclas y alegrías.



ESCUCHAR (minuto 24:26)

miércoles, 5 de marzo de 2014

Programa XXIV: Te conozco, mascarita

Se terminaron los feriados pero no estén tristes porque en la semana el carnaval sigue Debajo del álbum blanco.

El lunes pasado apretamos el pomo y no nos equivocamos!. Tuvimos de invitadas a Murga Baila la chola: en el estudio no había mucho lugar para bailar pero nos regalaron hermosas canciones y charlamos sobre el espíritu carnavalero. “Somos mujeres de sangre mestiza, las cholas” así arrancó todo.

Además Fran nos contó que gracias al carnaval decidió estudiar Historia y nos habló de los principios de esta festividad.
Julián quiso matar penas carnavaleando y se fue pa´l norte relatando una historia sobre el Carnavalito.
Rob estaba en Brasil moviendo las caderas y va a tener que bajarse el programa por eso lo dejamos para descargar en el blog, compartirlo con todos y seguir festejando!











martes, 4 de marzo de 2014

Gran separador "Stockhausen", en la voz de Julián


Karlheinz Stockhausen
El compositor alemán Karlheinz Stockhausen se despertó exaltado. En el sueño que acababa de tener estaba volando a gran altura. Desde allí arriba, observaba la escena que había diseñado: cuatro helicópteros se sostenían en el aire; sus techos eran transparentes y adentro de cada uno de ellos podía ver un integrante de un cuarteto de cuerdas.
Sentado en su cama, Stockhausen decidió que, finalmente, iba a aceptar la comisión del profesor Hans Landesmann. En principio, la idea de recurrir a esa formación típica de la música clásica no le había resultado atractiva. ¿Qué cosa nueva se podía decir con dos violines, una viola y un violoncello? Desde los años cincuenta su obra pretendía ser una ruptura radical con el canon. Todos lo sabían: Stockhausen era un firme defensor del sistema serial, un pionero de la música electrónica y un apologista de la experimentación sonora más extrema. Difícil conciliar todo eso con un cuarteto de cuerdas, símbolo de la tradición musical más arraigada. Pero ahora tenía la solución.
Stockhausen escuchando el 
Gran separador
Durante tres años trabajó intensamente en la pieza que era ni más ni menos que una traducción literal de su sueño. Y un día de 1995 el sueño se hizo real. Cuatro helicópteros de los Grasshoppers, la Real Fuerza Aérea Real de los Países bajos, se elevaron hacia los cielos, cargando a los miembros del prestigio cuarteto Arditti.
Hay quienes dicen que el compositor de música es como un titiritero, que aspira a colocarse en las alturas y desde allí mover los hilos de la creación. La metáfora parece adecuarse bien a Stockhausen y su tan delirante como visionario “Cuarteto para cuerdas y helicópteros”.


ESCUCHAR (minuto 24:15)