sábado, 28 de diciembre de 2013

El Gran separador en la voz de Julián

Prohibición de la Navidad

Tiempo de revolución, tiempo de cambios. En la Inglaterra del siglo XVII los hombres del Parlamento se enfrentan a los intentos del Rey Carlos I por consolidar su poder. La política y la religión se entrecruzan. Los miembros más radicalizados de la Cámaras de los Lores y los Comunes son puritanos, fieles defensores de la nueva Iglesia de Inglaterra creada apenas unas décadas atrás por Elizabeth I. Los realistas, por su parte, apoyan el culto romano apostólico.
Es en ese contexto de Guerra Civil, en el que las fuerzas parlamentarias dirigidas por Oliver Cromwell terminarán por detener las ambiciones monárquicas, que los populares festejos navideños se vuelven un objeto de polémica. Amén de tratarse de un evento simbólicamente importante para sus opositores, la moral puritana ve en la Navidad un ritual perverso. Ya en 1632 el polémico político William Prynne se pregunta en su libro Histriomastix: ¿por qué la nación inglesa no es capaz de pasar las festividades religiosas y especialmente la Navidad sin beber alcohol, hacer bullicio, apostar a los dados a las cartas y disfrazarse? Antes que una celebración de la encarnación del Salvador, las fiestas del 25 de diciembre son, según Prynne, un sacrificio en honor a Dioniso, dios del vino, inspirador de la locura ritual y el éxtasis.
Es por ello que en 1644 el nuevo gobierno puritano se decide a prohibir la Navidad, esa malvada “trampa de los papistas”. La medida permanece vigente por dieciséis años, hasta la Restauración de 1660. Su acatamiento, sin embargo, deja mucho que desear. Es que, más allá de los avatares políticos y religiosos, el 25 de diciembre sigue siendo ante todo una celebración extremadamente popular. Como lo señala, no sin cierta ironía, el obispo anglicano Brian Duppa en 1655: el componente religioso del sagrado ritual puede ser abandonado; el componente culinario, en cambio, es observado con el mayor de los cuidados por todos los hermanos.

ESCUCHAR (minuto 23:17)

jueves, 26 de diciembre de 2013

Emisión XIV: Noche de paz

El lunes pasado nos anticipamos a la navidad y nos comimos el pan dulce al aire.

Mientras, Fran nos contó una graciosa historia sobre los orígenes de Papá Noel y sus diversos nombres.
Julián nos relató cómo intentaron prohibir la Navidad en Inglaterra en el siglo XVII, pero después se puso melancólico y nos contó "Un cuento de Navidad".
y Rob, que vino acompañado del Grinch, le sacó la lengua a todos y condenó la navidad, 
¡no hubo regalito para él! pero sí hubo sorteo navideño y buena música. 



También trajimos la anti navidad
El momento más esperado: el sorteo
A la salida fuimos a dejar nuestras cartitas

sábado, 21 de diciembre de 2013

El Gran separador en la voz de Julián

Carl Stalling

¿Es posible ver un dibujo animado con los ojos cerrados? La música de Carl Stalling parece demostrar que sí.
Nacido el 10 de noviembre de 1981 en el pequeño pueblo de Lexington, Missouri, este prolífico y original artista comenzó su carrera acompañando películas mudas con el piano. Valiéndose de una serie de catálogos que sugerían posibles melodías, el joven Stalling debía improvisar con agilidad sobre las distintas escenas que se le presentaban. Fue entonces que aprendió lo esencial de su oficio: se trataba de jugar con la expectativa y las demandas de la audiencia, de combinar ciertas referencias y estereotipos musicales con las ocurrencias más frescas y espontáneas posibles.
Durante los años veinte, Stalling se asoció con Walt Disney. Juntos imaginaron los primeros cortos del ratón Mickey. Un tiempo después, más precisamente en 1936, el músico firmó contrato con la Warner Bros. Trabajaría allí por veintidós años, escribiendo una nueva partitura cada semana. Bugs Bunny, el Pato Lucas, el Coyote y el Correcaminos, Silvestre y Piolín, Elmer Gruñón, el Gallo Claudio: todos vivieron sus aventuras al ritmo de las composiciones de Stalling.
Es que, en aquellos clásicos dibujos animados, la música era mucho más que un simple fondo. Sin ella hubiera sido difícil crear climas, llenar espacios sin diálogo o enfatizar emociones. Contra toda teoría del arte abstracto, Stalling conocía a la perfección los trucos gracias a los cuáles la música podía representar lo divertido, lo tragicómico o lo misterioso. De la misma forma, en sus pequeñas obras maestras no funcionaban los tradicionales prejuicios sobre la música clásica y la música popular o la experimentación y las convenciones. Todas tenían lugar. Al fin y al cabo, el objetivo siempre era el mismo: hacer de los fagots y los trombones, de las violas y los violines un elemento narrativo más. Bajo la batuta de Stalling, una parte central de la historia que los dibujos animados representaban, cuando no su nudo mismo, pasaba por aquello que se oía.

ESCUCHAR (minuto 21:54)














jueves, 19 de diciembre de 2013

Las canciones del último programa

¿Cuál te animó más el día?

- 5/4- Gorillaz
- Minnie the Moocher – Cab Calloway (por Blues Brothers)
- The War Years - Carl Stalling
- Hong Kong Phooey - Sublime 
- Mississipi Queen – Mountain

Yapa:
I'll Be Glad When You're Dead You Rascal You -
Hanni El Khatib



miércoles, 18 de diciembre de 2013

Emisión XIII: ¿Qué hay de nuevo viejo?

El lunes pasado sacamos a pasear al niño que llevamos dentro

A Rob se le salieron los ojos para afuera cuando habló de los primeros dibujos animados.
A Julián se le estiró la lengua hasta el piso pero pudo relatar muy bien la vida del compositor Carl Stalling que hacía música para los dibujos animados más clásicos.
A Fran no lo corrió el Coyote como al Correcaminos, pero sí el reloj e hizo un excelente resumen sobre los mejores dibujitos de los últimos tiempos. Además se puso la peluca rubia y condenó a un muñeco.

¿Qué esperás para acomodarte con la merienda hecha y los auriculares puestos? DESCARGAR









domingo, 15 de diciembre de 2013

Gran separador en la voz de Roberto

de Finlandia a New Orleans

Aparentemente el mundo del deporte y el jazz poco tienen que ver, pero dos casos escapan a esta regla casi universal. Desde 1966 una multitud se congrega en la pequeña ciudad de Pori al oeste de Finlandia, para presenciar el tradicional festival internacional de jazz. La importancia del evento motivó a que los dirigentes del club de fútbol local, el Porin Pallo- Toverit, decidieran cambiar su nombre por uno más simple e inspirado en el festival. Desde 1993, el Football Club Jazz escribiría gloriosamente su nombre en la primera división de Finlandia, contratando mejores jugadores gracias a los dividendos del festival y ganando dos títulos en tres años. Sin embargo, el nuevo siglo encontró al club quebrado financieramente esperando resurgir entre notas de blues.
La otra historia proviene, más previsiblemente, de la pintoresca New Orleans. Corría 1974 cuando los Jazz se convertían en el décimo octava franquicia en entrar a la NBA. El regular rendimiento deportivo debió enfrentar otros problemas como el cambio sucesivo de estadios por los altos costos de alquiler; y la despareja competencia con el equipo de baseball local, por entonces más popular. Estos hechos, sumados a la falta de inversionistas, hicieron que en 1979 Sam Battistone, dueño de la franquicia, encontrara en la lejana Salt Lake City un lugar más rentable. A pesar de la precipitada mudanza, Battistone mantuvo los colores del equipo que representaban los clásicos collares del Mardi Grass típico de New Orleans, pero poco ajustados a la moralidad de la ciudad mormona. Extrañamente, el primer año en la nueva ciudad registró incluso una menor cantidad de seguidores y una menor cifra en inversiones. Tiempo después se supo que el propio Battistone pertenecía al Movimiento de los Santos de los últimos días, y su esposa era nacida en Salt Lake. Por entonces, además del aspecto religioso muchos vieron en este éxodo una metáfora del despojo que sufría el jazz de sus orígenes culturales. 

ESCUCHAR (minuto 22:13)

Football Club Jazz



Los Jazz de New Orleans







jueves, 12 de diciembre de 2013

Emisión XII: All that jazz

El lunes pasado faltó un integrante e improvisamos al ritmo del Jazz.

Rob nos habló de la vida y obra de John Zorn, un jazzista blanco y neoyorkino. 
Julián contó el curioso recorrido de "Sun Ra", con quien el free jazz se tomó un cohete a Saturno. 
Y para el final, comimos una extraña fruta con Billie Holliday


La hermosa de Billie Holiday


Sun Ra desplegando su magia musical

John Zorn, creador de collages jazzísticos

domingo, 8 de diciembre de 2013

Gran separador en la voz de Francisco

Los Wawancó

Corría 1955 y en la Facultad de Medicina de la ciudad de La Plata se formaban más que meros médicos. Varios estudiantes de distintas nacionalidades de América Latina (Costa Rica, Perú, Chile, Colombia), que también eran músicos aficionados, se conocieron tocando en los “Festivales Latinoamericanos” que se realizaban en el Teatro Cervantes, y decidieron combinarse en un conjunto para divulgar en nuestro país la música tradicional de Colombia y Panamá: la cumbia. Con este objetivo, aquel grupo de muchachos adoptó el nombre de “Wawancó”, vocablo de origen afrocubano que significa “alegría familiar”. Liderados por la voz de Hernán Rojas, comenzaron a hacerse conocidos en fiestas, bailes, casamientos, hasta que fueron invitados a ser número permanente en el restaurante bailable “Tom y Jerry” de Vicente López, propiedad de Francisco Trimboli, quien poco después se convertiría en su productor.
Éste fue el comienzo de una larga y rica historia que ya lleva 58 años de recorrido. Su música trascendió las fronteras nacionales, incluso las latinoamericanas. Clásicos de los Wawancó llegaron a bailarse en Europa e incluso Japón. Con decenas de discos editados y una buena cantidad de éxitos, en el trayecto la agrupación sufrió algunos recambios y pérdidas. Hoy en día Mario Castellón es el único miembro original que aún pervive. Lo acompañan el sociólogo y percusionista Oscar Raballati y un grupo de jóvenes músicos que mantiene en alto la mejor tradición de la cumbia colombiana en la Argentina.
Generaciones tras generaciones de cumbieros han sido y siguen siendo marcadas por las inolvidables canciones de Los Wawancó, verdaderos profesionales del ritmo y la alegría en nuestro país.

ESCUCHAR (minuto 26:27)



viernes, 6 de diciembre de 2013

Emisión XI: "Cumbia nena"

¡E´ Guachín!
El lunes pasado nos escapamos de la ráfaga, secamos las llantas y pegamos alto baile en el estudio.

El Fran nos contó cómo surgió la movida cuartetera en Córdoba. También junó a los Wawancó y nos dijo quiénes fueron.
El Julián vindicó a un artista que trabaja inspirado por la cumbia.
El Rob nos batió la posta sobre las muertes en la bailanta.
Y La Flor meneó la cintura mientras pasaba la mejor música bailantera. 

¿Querías cumbia? Tomá! -> DESCARGAR


¿Qué canción del programa te hizo levantar más las manos y menear pa delante y pa atrás continuadas veces?

La danza de los mirlos - Los Mirlos - The roots of chicha
No me arrepiento de este amor- Gilda 
Mesa 4 - Kapanga
Ramito de violetas – La Mona Jiménez
Atrévete a mirarme de frente - Los wawancó
Llegamos los pibes chorros -  Pibes Chorros 
Después de ti – Leo Mattioli
Yo tomo licor - Amar azul
Nunca me faltes – Antonio Ríos