Karlheinz Stockhausen |
El compositor alemán Karlheinz Stockhausen se despertó exaltado. En el sueño que acababa de tener estaba volando a gran altura. Desde allí arriba, observaba la escena que había diseñado: cuatro helicópteros se sostenían en el aire; sus techos eran transparentes y adentro de cada uno de ellos podía ver un integrante de un cuarteto de cuerdas.
Sentado en su cama, Stockhausen decidió que, finalmente, iba a aceptar la comisión del profesor Hans Landesmann. En principio, la idea de recurrir a esa formación típica de la música clásica no le había resultado atractiva. ¿Qué cosa nueva se podía decir con dos violines, una viola y un violoncello? Desde los años cincuenta su obra pretendía ser una ruptura radical con el canon. Todos lo sabían: Stockhausen era un firme defensor del sistema serial, un pionero de la música electrónica y un apologista de la experimentación sonora más extrema. Difícil conciliar todo eso con un cuarteto de cuerdas, símbolo de la tradición musical más arraigada. Pero ahora tenía la solución.
Stockhausen escuchando el Gran separador |
Hay quienes dicen que el compositor de música es como un titiritero, que aspira a colocarse en las alturas y desde allí mover los hilos de la creación. La metáfora parece adecuarse bien a Stockhausen y su tan delirante como visionario “Cuarteto para cuerdas y helicópteros”.
ESCUCHAR (minuto 24:15)
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