viernes, 22 de noviembre de 2013

Gran separador en la voz de Julián

Cousteau

Dejando su huella en todos los océanos de la Tierra, avanza Calypso. A su mando está el oficial naval francés, explorador y documentalista Jacques-Yves Cousteau. En 1943, el marino ha inventado junto a su amigo Émile Gagnan los reguladores de oxígeno, fundamentales para la práctica del buceo. Pero Cousteau es mucho más que un aficionado o un turista del Mar Caribe. Su pasión por la oceanografía, esa ciencia dedicada a estudiar el comportamiento y las propiedades del vasto mundo que son los océanos, es inigualable.
Calypso se llama su barco, en honor a la Diosa griega del Mar de la cuál Ulises se enamorara en su mítico viaje. Pero este marinero no está preocupado por volver a casa. La tierra firme no es para él. Con una reducida tripulación, la mejor tecnología que ha podido conseguir y varias cámaras de video, Cousteau vive en y por el agua. Pasa sus días intentando descubrir sus misterios, sumergiéndose una y otra vez para observar ese limbo habitado por los más hermosos e indescifrables animales. Madre de las madres: su piel seca siente el agua fría y salada como una caricia.
Después, el intrépido francés convierte su trabajo en libros y películas. Sus enciclopedias llegan a las casas de los países más recónditos. Sus documentales maravillan a todos por igual. Cousteau les muestra “El mundo silencioso”, el “Museo en el mar”, “El mundo sin sol”. Gana premios de la Academia, gana Palmas de Oro en Cannes. No le importa mucho. Vuelve al mar.
En cierta ocasión le preguntan por las razones de su obsesión. Desde su nacimiento, les dice, el hombre lleva el peso de la gravedad sobre sus hombros. Está atornillado a la tierra. Pero el hombre no tiene más que hundirse bajo la superficie del agua y ser libre.

ESCUCHAR (minuto 27:04)













Escuchando Debajo del álbum blanco


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